¿Y quién no tiene un amor?
Se detiene frente a la ventana. Observa sigilosamente la luna que lo mira desde lo alto. No puede escapar de aquel pensamiento errático que persigue a sus deseos. ¿Cómo podrá volar si nunca pudo alcanzar a desplegar sus alas? Escucha un sonido amarillo, y se lamenta de que el mismo no pueda llevarlo de la mano por aquél sendero.
En aquél lugar donde los vacíos danzan como marionetas sin hilos, hizo una promesa. Allí comenzaría su camino, buscaría las lilas y las amapolas cómo si fuera un fantasma hecho de silencios.
Entonces, atravesó el velo.